Ante determinados hechos o situaciones afloran las emocione ya que son reacciones que se producen en el mismo momento. Ante esto es lo que produce que nos enojemos, o nos pongamos tristes o nos enojarnos.
Cuando actuamos bajo nuestras emociones seguramente vamos a tener una reacción de la cual luego nos arrepentimos, por lo cual tenemos que entender que las emociones no se controlan, sino que las podemos gestionar. Para gestionarlas debemos empezar a conocernos, identificar que situaciones genera mi emoción. Por ejemplo, si es la forma en la cual me hablan, cuando considero que determinada circunstancia no es justa, etc. Poder entenderlo de esta manera nos va a permitir gestionar nuestro accionar, no dejarnos llevar por nuestros impulsos. Tomarnos unos minutos y poder tener una respuesta adecuada que luego no genere un malestar de todas las partes involucradas.
Algo importante para saber que las emociones no son ni buenas ni malas, sino que son parte de nosotros y dependiendo de como la utilicemos es la forma en la que vamos a tener resultados.
Para poder tener un mayor conocimiento de nuestras emociones, es importante empezar a transitar la inteligencia emocional que nos va a permitir conocernos y gestionarnos. Nos va a permitir reconocer nuestros propios sentimientos y ajenos de motivarnos y de mantener relaciones adecuadas. Otro punto muy importante es que conocer nuestras emociones nos va a permitir no estancarnos en un estado de animo que tal vez no nos facilite la motivación y ganas de seguir avanzando.
La inteligencia emocional ayuda a superar actitudes, creencias y hábitos negativos que nos condicionan y nos limitan impidiendo sacar todo nuestro potencial. Las emociones nos informan de cómo procesamos lo que vivimos y esto es muy útil tanto en nuestra vida personal como profesional porque permite, por ejemplo, ser consciente de lo que decimos y cómo lo decimos.