Tratar de paliar los puntos débiles es, con frecuencia, una de las formas más utilizadas para intentar prosperar. Sin embargo, “si se busca la excelencia, es mejor invertir en lo que ya sabemos que se nos da bien”, sostiene la directora del área de comunicación interna de la consultora Grayling España, Nazaret Barriga, que lleva más de tres años aplicando el método de Strengthsfinder en las empresas.
Este sistema, desarrollado por la compañía de encuestas Gallup y aplicado por varias empresas del Ibex 35, consiste en centrarse más en los puntos fuertes de los empleados que en remediar sus puntos débiles. Se basa en la premisa de que las fortalezas personales son habilidades que se tienen de manera innata, no algo que se pueda adquirir como sucede con los conocimientos, aunque siempre se pueden hacer pequeñas mejoras. “Invertir en las flaquezas requiere una mayor dedicación de tiempo y dinero que hacerlo en las cosas que ya se sabe que se hacen bien. Aunque las primeras se puedan mitigar, los resultados serán más mediocres”, señala Barriga.
Gallup ha identificado hasta 34 fortalezas que pueden estar presentes, en mayor o menor medida, en los seres humanos. Todas ellas son patrones recurrentes, espontáneos y productivos, es decir, de utilidad en algún aspecto, tanto de la vida profesional como de la personal. Cualidades como la adaptabilidad, la comunicación, el pensamiento estratégico o el carisma. “El problema reside en que la mayor parte de las personas no son verdaderamente conscientes de qué es aquello que hacen bien”, reconoce la experta. Por ello, la compañía ha desarrollado un test que ordena, de mayor a menor, las principales fortalezas de cada individuo.
Para aplicar el sistema de Strengthsfinder en un ambiente laboral, el primer paso es que cada miembro del equipo realice el test de manera individual. Después, se realiza un taller con todos los integrantes del grupo habitual de trabajo y se analizan más detenidamente los resultados obtenidos. La directiva, certificada por Gallup, hace hincapié en que no hay fortalezas mejores que otras, sino que representan maneras distintas de enfrentarse a los problemas. Una máxima que conviene recordar cuando se trabaja con grupos, ya que tienden a surgir las envidias. “Es importante enamorarte de tus fortalezas y que te gusten las de tus compañeros”, defiende Barriga.
El objetivo principal es encontrar fortalezas complementarias entre los miembros del equipo. “Se trata de establecer un mapa para saber a quién pedirle ayuda en caso de que se necesite”, explica la experta. Algo que en realidad se hace de manera intuitiva desde siempre, continúa, pero este método da pistas para que se tenga más claro a quién recurrir en cada situación. Por ejemplo, pedirle a un compañero que destaque por su carisma que participe en una reunión con proveedores, o a alguien cuya fortaleza sea el enfoque que dé su opinión ante una decisión compleja. “No se trata de encasquetarle nuestro trabajo a otra persona, ni de reorganizar los puestos, sino de prestarse las fortalezas entre colaboradores”, aclara Barriga. Además, este método permite identificar talentos ocultos del resto de compañeros que podían haber pasado inadvertidos.
Lo que Strengthsfinder pone en evidencia es que los grupos de trabajo que operan de manera colaborativa son capaces de avanzar más, ya que la persona que está llevando a cabo un proyecto no solo aprovecha sus propias cualidades positivas, sino que también se sirve de las de los demás. “Como persona individual no puedes tener las 34 fortalezas, pero como equipo sí podrías”, concluye la directiva de Grayling.