Leí por ahí que es la transformación de una cosa en otra. También se llama así a los cambios biológicos que experimentan algunos animales o insectos en su desarrollo.
Metamorfosis, cambio: es mi palabra en estos días. Atravesar cambios, en cualquier ámbito de nuestras vidas ya sea en lo laboral, profesional, personal o físico nos genera movimiento interno. Creo que a veces el cambio nos asusta, nos produce crisis. Estamos acostumbrados a la idea de que tener “control” sobre algo nos brinda estabilidad o seguridad, pero cuando aparece el cambio, nos damos cuenta que todo eso que creemos que esta bajo nuestro control en definitiva deja de estarlo, o quizás nunca lo estuvo. Y al entrar en crisis, todo se revoluciona y aparecen emociones de miedo, tristeza, incertidumbre porque toca transitar este proceso caminando por nuevos senderos, ¡y como asusta lo nuevo! ¡como asusta lo incierto y desconocido!
Solemos ver la metáfora del gusano transformándose en mariposa y todos observamos el resultado que obtuvo de esa transformación, muchas veces es lo que buscamos, pero nos olvidamos que el cambio tiene su desarrollo y como tal también sus momentos de dolor, angustia o miedo. Tiene que ver, entre tantas cosas, con dejar ir aquello que en una versión anterior nos servía, pero que en la que se está gestando ya no, que pueden ser hábitos, lugares, personas; cosas que cuando tomamos consciencia que ya es hora de dejarlos ir para comenzar a forjar lo nuevo nos asusta mucho; aunque también puede que algunas otras nos resulten más fácil de soltar.
Quizás hasta en algún momento sintamos esta crisis como si fuera el fin del mundo, que así lo es, pero también es el inicio de uno nuevo, y esa es la parte mágica si la vemos con esa perspectiva, como dice Ana María Llamazares “la de la muerte necesaria para un renacimiento”.
Heráclito de Éfeso dijo: “nada es permanente a excepción del cambio”.
El cambio es inevitable, y ocurre más allá de nosotros. Ahora, lo que sí depende de nosotros es el rumbo que tomemos para atravesarlo y para convertirnos en esa nueva persona. Y nos surgen preguntas como: ¿y si me equivoco? no hay certezas que cada elección sea “la correcta”, (según lo que cada uno considere correcto o incorrecto) pero equivocarnos a veces es el camino ideal para acompañar esa crisis, ese crecimiento y si lo hacemos, podemos aprender de ello para que, al continuar el camino, si nos encontramos con el mismo obstáculo tengamos las herramientas para sortearlo y no estancarnos. En nosotros esta la opción de hacernos responsables de la propia transformación. De dejar ir lo que ya no nos es útil, para recibir y crear lo que sí será en esta nueva etapa. Y de a poco, con el tiempo, mientras nos abrazamos con amor y nos permitimos sentir y descubrir que aprendizaje hay detrás de cada emoción, también vamos a ir encontrando las respuestas, vamos a ir tomando las decisiones y hacer elecciones que nos van a posibilitar tomar el empuje necesario para andar los caminos de la nueva hoja de ruta.
¿Qué cambios estás atravesando hoy?
Leila Pauleti
Coach Ontológico Profesional. –